He aquí lo que pienso sobre los hombres que defenderán nuestros colores patrios en Catar.
Keylor Navas. Nada que decir. Es el mejor jugador con que al día de hoy cuenta la Selección. Cualquier otra opción hubiera sido un disparate.
Esteban Alvarado. Magnífico bajo los tres palos, extraordinario atajador. Empero, no tiene dominio del área, no sale bien al achique y es muy flojo en el juego aéreo. Los balones por alto lo sorprenden a menudo cazando mariposas.
Patrick Sequeira. Promisorio portero, estrella del Lugo de España. La gente se refiere a él como “un nuevo Keylor Navas”. Lo más justo sería proclamarlo un “primer Patrick Sequeira”. No es saludable que todos los guardavallas que Costa Rica produzca durante los próximos cien años tengan que ser declarados avatares de Keylor.
Ronald Matarrita. Excelente jugador, pero me preocupa la evolución de la seria lesión que padeció en el partido contra Canadá. ¿Está ya en forma óptima para participar de una justa tan demandante?
Kendall Waston. No me gusta. Es lento, torpe y pesado. Lo driblan, lo gambetean y sobre todo, “se lo llevan” por velocidad. Su corpulencia, su presencia en el área inspira respeto, sí. Es una masa física que cubre mucho espacio. Pero para ese efecto igual pudieron haber alineado a una refrigeradora. Solo vale por sus cabezazos, en tiros de esquina y tiros libres. Pero ya esta facultad ha sido estudiada por los rivales, y carece de sorpresa: no es un factor X, sino una cantidad perfectamente conocida.
Juan Pablo Vargas. Bien. Su paso por el Millonarios de Colombia le ha deparado madurez y experiencia.
Francisco Calvo. Bien. Ataca, sube a apoyar y tiene gol.
Keysher Fuller. Yo a este gladiador le tendré siempre respeto, después de la acción épica que protagonizó en uno de nuestros partidos contra Panamá. Cinco rivales enhebraron un contra-ataque fulgurante: era gol seguro, una y mil veces gol. Los panameños podían haber abierto el balón hacia la derecha, hacia la izquierda, por el centro… tenían mil opciones para materializar el gol. Fuller leyó sus mentes, se ubicó en el centro, esperó al delantero panameño que iba a vulnerarnos, y en un despliegue de sangre fría lo desarmó con su pierna de apoyo, la izquierda. Como si esto fuese poca cosa, iba a montar un contragolpe que hubiera tomado a todo Panamá a traspié, pero le cometieron falta. Chapeau.
Óscar Duarte. Bien, no más que eso.
Daniel Chacón. Ha generado buen fútbol en el Cartaginés, y cabe esperar un competente desempeño de su parte.
Carlos Martínez. Buen volante mixto, que tanto defiende como crea. Uno de los tres jugadores que Saprissa, un depredador y un expoliador de equipos, le quitó al Santos.
Youstin Salas. Magnífico corriendo la banda derecha. Apoya, ataca, tiene velocidad e igual es sólido en la marca. Un jugador polifuncional.
Bryan Oviedo. Mal. Es lento, no anticipa y una y otra vez le “roban la espalda”.
Yeltsin Tejeda. “El hombre de los tres pulmones”. Magnífico volante de contención y recuperador de balones. Todo pundonor y entrega.
Celso Borges. Indiscutible. Un hombre que siempre opta por el mejor pase posible, con un fútbol inteligente y sencillo, que no se complica, que al ser encimado no duda en retrasar o lateralizar el balón. Su fútbol se caracteriza por el sentido común y la visión de juego. Es un estilo que me recuerda a Mozart: sus pases no siempre son espectaculares, pero siempre, siempre, siempre son correctos. Mi esperanza es que con Tejeda detrás, Celso pueda proyectarse más a la construcción de juego, rubro en el cual es soberbio.
Bryan Ruiz. Seamos honestos: nuestro querido Bryan va a pasear. Pero bien que mal existe un organismo que se llama “Federación de historia y estadísticas del fútbol”, y es halagador para todos nosotros que tengamos a un jugador costarricense presente en tres copas mundiales. Si en algún momento lo meten durante los últimos veinte minutos de un partido, podría quizás llegar a cuatro anotaciones futbolísticas con un penal o un tiro libre. Por otra parte, y para ponerlo en términos filosóficos, Bryan podría actuar como ese “motor inmóvil” (Aristóteles) que pone e moverse a todo el equipo. Una especie de eje como lo fue Gerson en el mundial México 1970. Jugaba caminando, pero movilizaba a todos sus compañeros.
Roan Wilson. Todavía debe probar por qué fue elegido para la lista definitiva de Suárez.
Douglas López. Lo mismo: le falta mucho para callarnos a todos la boca y demostrar que fue escogido con merecimientos.
Gerson Torres. Aguerrido, desequilibrante, veloz, un jugador de recio carácter.
Jewison Benette. Excelente cuando jugaba con Heredia, pero lo he perdido de vista desde que alinea con el Sunderland de Inglaterra. Un golcito en el proceso eliminatorio es poca cosa para justificar su inclusión.
Anthony Hernández. Mal. No veo razón alguna para incluirlo en la lista.
Álvaro Zamora. Promisorio atacante, puede ser muy valioso como “gallo tapado”. Es el jugador ideal para entrar al terreno faltando veinte minutos. Puede sorprender a más de uno. Esa es su mayor virtud: ser un perfecto desconocido.
Brandon Aguilera. Mal. No le vi ningún rasgo sobresaliente en su actuación con Guanacaste.
Joel Campbell. Otro del que no hay nada que decir. Su presencia en la Selección no necesita argumento alguno. Una observación, empero: Joel no es un número 9, no es un ariete, un punta de lanza para los últimos 5 metros del terreno, para jugar en las barbas del portero. Debe dársele espacio para llegar al área rival con balón controlado y driblando rivales. Ruiz y Borges pueden alimentarlo con balones de profundidad, y generar así magníficas ocasiones de gol.
Anthony Contreras. Único número 9 auténtico del equipo. Buen pivote, y muy hábil en la recepción del balón de espaldas y marcado.
Johan Venegas. Desastroso. En la Liga no fue ni un remedo del gran delantero otrora saprissista. Un despropósito, llevarlo a Catar.
Los que debieron haber sido elegidos: David Guzmán: es un disparate prescindir de un jugador tan recio, potente y polifuncional. Aarón Suárez: una de las pocas cosas buenas de la actual Liga Deportiva Alajuelense, yo no hubiera vacilado en convocarlo. Manfred Ugalde: pieza axial del Twente, hubiera sido una buena decisión tenerlo en la nómina final. Le hicieron mucha fanfarria con el cuento del “chamagol” y el nuevo Wunderkind del Twente, pero nada de eso sedujo a Suárez. Cristian Oviedo: magnífico defensa, pero le dio la espalda a la Selección cuando todo parecía indicar que no íbamos a clasificar. En el fútbol, la deslealtad se paga muy, muy caro.
El técnico Suárez protagonizó la epopeya clasificatoria más sufrida y mediocre de las seis que nos han llevado a los campeonatos mundiales. No ganamos la clasificación: la “pellejeamos”, que es cosa muy diferente. Y la “pellejeamos” ganando con goles empujados en el minuto 95, más con las vísceras, la sangre, las hormonas y la bilis, que con buen fútbol. Pírrica, menos que mediocre clasificación. No puedo decir que haya quedado satisfecho con uno solo de los partidos que Suárez dirigió, ni uno solo. En el encuentro definitorio contra Nueva Zelanda nos impusimos por la simple razón de que el corpulento y habilidoso número 9 del equipo rival no estuvo “en su día”, y nos perdonó por lo menos cuatro goles hechos. Abono a la cuenta de Suárez siquiera haber logrado la transición entre Brasil 2014 y Catar 2022 integrando nuevos valores, sin descartar, como si de desechos se tratase, a los veteranos. Fuera de eso, no tengo absolutamente nada positivo que decir de él.
Nos ha tocado un grupo que, en el terreno, si no en el currículum, es más difícil que el de Brasil 2014. La Alemania de Joachim Löw, humillada al caer en la primera ronda de Rusia 2018 con derrotas ante México y Japón, querrá a toda costa limpiarse la cara. Preveo una Mannschaft arrolladora, demoledora, más inteligente y estratégica que nunca. Otro tanto puede decirse de España. No tuvieron un buen mundial en Rusia 2028. En Catar saldrán al terreno de juego a borrar ese mal recuerdo. Por lo que a Japón atañe, es una vertiginosa máquina de fútbol, veloz, mareante, juegan al primer toque, de manera automática y proliferante, y nosotros tenemos particulares dificultades para contrarrestar ese tipo específico de fútbol.
No pasaremos a los octavos de final. Nuestro desempeño será perfectamente gris, y creo que bien podría ser el peor de nuestra historia mundialista. He ahí mi sentir.
Costa Rica va al mundial con tan solo tres delanteros naturales: Contreras, Campbell y Venegas (que es como decir nada). El Brasil de Tite lleva ocho delanteros de raza, todos ellos veloces y regateadores. Nosotros vamos a no perder, Brasil va a ganar. Las alineaciones lo dicen todo. ¿Será que Costa Rica es uno de esos paisitos a los que les basta con un buen mundial por siglo para ser felices y seguir soñando quiméricos laureles? Todo está por verse.
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